En el post anterior salieron a relucir los nombres de bastantes fallecidos, por lo que tuve que hacer alguna consulta en una de las enciclopedias que tengo por aquí para resolver alguna duda. Porque todos sabemos que las enciclopedias son fuentes de sabiduría y todo lo que se dice en ellas son verdades contrastadas e incontestables… no?
Si cada vez que tuviésemos alguna duda recurriésemos a ellas, nos evitaríamos caer en las imprecisiones de las historias apócrifas y las leyendas urbanas. Pongamos por caso el tema de los músicos difuntos, sobre los que han circulado tantas y tantas narraciones en las que se contaban cosas muy inexactas o del todo falsas, pero que no por eso iban a dejar de ver la luz en aras de construir una buena historia.
Casos clarísimos son la muerte de Mama Cass, atribuída a un bocadillo en lugar de a un fallo de su corazón, simplemente porque alguno de los policías o sanitarios que asistió al levantamiento de su cadáver, al verla tan gorda, hizo la macabra broma de decir que seguro que se había muerto atragantada comiendo, y un periodista poco escrupuloso lo publicó así porque esta versión era más interesante que la real. O las controversias con las muertes de Brian Jones, Keith Moon, Jimi Hendrix, Kurt Cobain…
O cuando se lanza el rumor de que alguien ha fallecido y pasa a ser creencia general, como en los casos de Norman Whitfield o Dan Tracey. Todos tenemos en mente el caso más claro de todos ellos, el que habla de cómo Paul McCartney falleció hace muchos años y el resto de los Beatles lo sustituyeron por otra persona. De que eso era totalmente cierto daban fe las cientos de pruebas que aportaban las historias basándose en la portada del “Abbey Road”, o en las letras de las canciones del grupo, escuchadas tanto hacia delante como hacia atrás… todas ellas perfectamente demostrables y comprensibles.
Aquí en España también tuvimos nuestra propia leyenda urbana sobre la muerte prematura de Hilario Camacho, que estuvo tanto tiempo desaparecido entre la grabación de sus dos primeros discos. Esa historia surgió precisamente aquí en Sevilla, y bien que el propio Hilario nos lo restregaba por la cara cada vez que daba un concierto por aquí… parece que el rencor le duró muchos años.
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Hilario Camacho – “Imagen”
Por eso, para no incurrir en errores cuando se hable de estos asuntos, lo mejor es recurrir a una buena enciclopedia. Una de esas cuyo propósito no es que las leamos de principio a fin, sino tenerla a mano para sumergirnos en ella cuando lo requiera la ocasión. Una enciclopedia como ésta: “The Encyclopedia of Rock Obituaries”, que contiene obituarios de todos y cada uno de los músicos fallecidos a lo largo de la historia del pop, convenientemente ordenados alfabéticamente para que sea fácil encontrarlos.

Aquí están desde las más brillantes estrellas, como Bob Marley y John Lennon, hasta músicos influyentes aún por redescubrir, que tristemente se diluyeron en la oscuridad tras su muerte. Un libro notable, lleno de artículos divertidos e inspiradores, los cuales han sido todos el resultado de una meticulosa investigación por parte de su autor, Nick Talevski.
No es extraño por ello que la enciclopedia siga reeditándose cada tres o cuatro años, con un nombre muy imaginativo precediendo al original, como “Tombstone Blues” y “Knocking on heaven’s door”. Y siga siendo una lectura fascinante y una referencia fiel para cualquiera que necesite alguna vez datos exactos sobre la vida y la muerte de cualquier músico de rock. Echémosle un vistazo al azar… vamos a abrirlo por esta página y veamos el obituario que la encabeza…

Miguel Ríos
Nacido en 1943
Muerto el 28 de Marzo de 1977
Cantante de un solo éxito, Miguel Ríos convirtió la parte final de la Novena Sinfonía de Beethoven, “Ode to Joy”, en un éxito del pop en 1970 como “A song of Joy (Himno a la Alegría)”. Nacido en Granada, España, dejó la escuela para formar una banda de rock a finales de los Sesenta. Una estrella del pop en su país natal, Ríos ha grabado varias versiones de la pieza de Beethoven.
CAUSA: Desconocida.
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Miguel Ríos – “Himno a la Alegría”
Anda…! Pa mí que yo al Miguel Ríos éste, aunque un poco desmejorado, lo he visto en la tele colegueando babosamente en varios momentos posteriores a la fecha de su fallecimiento… claro, que tampoco tenemos que creernos a pie juntillas todo lo que veamos en la caja tonta…
Hombre… sé que esto que voy a decir ahora tiene su mijita de mala leche, pero si la enciclopedia hubiese estado en lo cierto nos hubiésemos evitado el tener que oír algo tan cutre como “La huerta atómica” o un pastiche tan pegajoso como “Al-Andalus”, y ahora tendríamos un enemigo menos de ésos que se empeñan en llamarnos piratas de forma repetida.
Pero no. Porque a pesar de los párrafos anteriores, y aunque en la introducción del libro se declare que La metodología de investigación de este libro ha pasado por la consulta de cientos de libros de referencia y biografías. Por un montón impresionante de tomos publicados en los últimos años, sobre todo los ocho volúmenes de la extraordinaria “Enciclopedia de la música popular” de Colin Larkin. No se ha regateado esfuerzos para localizar fuentes de datos exactos. Además se han usado artículos de cientos de periódicos y revistas, especialmente “Billboard”, “Discoveries”, Goldmine”, Guitar Player”, “Juke Blues”, “Living Blues”, “Musician”, “The New York Times”, “Record Collector”, “Variety” y el “Washington Post””, se ve que el autor se ha limitado a copiar todo lo que ha podido para recopilar una enorme cantidad de datos y volcarlos sin control de calidad alguno.
Porque no solo está el problema de que reporte muertes falsas, sino que no se ha molestado demasiado en contrastar las informaciones biográficas de los músicos, por lo que a veces historias como las de Procol Harum están llenas de tópicos falsos y datos irreales. Y, seamos serios… un investigador que se precie, a la hora de escribir un libro de consulta como éste no dejaría tantísimas entradas resueltas como ésta de Miguel Ríos: Causa de la muerte: Desconocida… ¿Cómo que desconocida…? ¿Con todas las fuentes que dice manejar no es capaz de encontrar las causas del fallecimiento de los personajes?.
Si hubiese tenido la profesionalidad suficiente para hacer bien el trabajo se hubiese dado cuenta de muchos errores cometidos. Nunca habría dado por muerto a Miguel Ríos (y mira que éste se lo dejaba bien clarito con uno de sus discos, “Los viejos rockeros nunca mueren”), ni se habría hecho la picha un lío de tal forma que mezcla su biografía con la de Waldo de los Ríos, que fue quien en realidad murió en la fecha que le adjudica a Miguel. Eso de que los dos músicos se apellidasen casi igual, fuesen hispanos (que no españoles) y realizasen juntos un trabajo basándose en Beethoven le ha llevado a cometer un error grave, que podía haberse evitado muy fácilmente con solo cruzar algunos datos.
Seguramente algunos recordaréis a Waldo de los Ríos, que fue un músico argentino, afincado en España bastantes años, que hizo arreglos de sinfonías de Mozart, Dvorak, etc. convirtiéndose así en el precursor del chunda chunda que tanta pasta y fama le hizo ganar posteriormente a Luis Cobos. Y que adquirió fama mundial junto a Miguel Ríos cuando arregló y dirigió para éste el “Himno a la Alegría”, basado en la 9ª Sinfonía de Beethoven.
Bajo el peso de una depresión de caballo (no consta que debida a los remordimientos de conciencia por los atentados a la música que perpetraba), Waldo se suicidó en Madrid, el 28 de marzo de 1.977, cuando contaba 43 años de edad.
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Waldo de los Ríos – “Sinfonía nº 40 de Mozart”
Y volviendo al autor de esta enciclopedia, Nick Talevski… el caso es que este hombre, por lo que he podido leer por ahí, está considerado una especie de eminencia en cuanto a la investigación de la música pop se refiere, y ha publicado ya un montón de tochos, de los que procuraré mantenerme alejado.
Para entendernos y compararlo con algo conocido, Talevski es una figura similar a la de Jordi Sierra i Fabra, al que nunca odiaremos lo suficiente todos los jóvenes rockeros que comenzamos a movernos en este mundillo al principio de la década de los ’70, y estuvimos muchos años intoxicados con los datos envenenados de inexactitudes, falsedades y apreciaciones erróneas que leímos en sus libros.
Con los años, y cuando Sierra i Fabra comenzó a ser conocido por otra clase de literatura (sentí vergüenza de ser sevillano el día que le concedieron el Premio Ateneo de Sevilla), le llegué a leer en una entrevista que a él en realidad nunca le interesó demasiado la música pop, pero que escribir libros sobre ella, que por entonces eran los únicos que se podían encontrar aquí, era una inmejorable fuente de ingresos para un aspirante a escritor.
Su metodología consistía en recopilar todos los datos que sacaba de las hojas de promoción que le daban las discográficas, y de los créditos de las portadas de los discos, y crear con ellos unas enciclopedias en las que, al escribir cosas que no le importaban en absoluto, ni tener conocimientos de buenas fuentes sobre ellas, ni mucho menos molestarse en contrastarlos, menudeaban datos tan exóticos como las fechas de los conciertos de los Beatles cuando estuvieron en España.

Ahí lo tenéis… el 1 de julio de 1.965 los Beatles actuaron en Jerez! Y después ya siguieron su gira por Madrid y Barcelona.
Pero leamos unos extractos del principio de su “1962-72. Historia de la Música Pop (De los Beatles a hoy)”:
…el padre de nuestra actual música, el primero que rompió un molde, sentó cátedra y fue capaz de arrastrar a las masas: Elvis Presley.
Anterior a Elvis cabría citar tan solo a unos pocos nombres, casi todos ellos standart (así de mal escrito en el original) en sus estilos. Los más famosos son sin duda Perry Como y Bing Crosby…
Inmediatamente después de estos dos gigantes hay que comenzar a hablar del rock, y de su primer impulsor, que sin duda a muchos jóvenes les sonará a desconocido, y otros le recordarán porque a finales de los 60 grabó un tema de los Beatles, “Lady Madonna”. Se trata del gran Fats Domino… Fats fue sin duda el primer padre del rock, el hombre que habría de dar el cetro a Elvis Presley…
Y se queda tan pancho.
Luego, en el cuerpo de la enciclopedia, donde se presentan todos los músicos de rock con sus biografías (muy cortas todavía las de la mayoría de ellos), junto a los grandes consagrados leemos nombres como Roger Whitaker, Bronco, James Last, Smith, Ruth Copeland, Fatt Mattress… y echamos en falta a… bueno, míralo tú mismo…

¿No echas a nadie de menos entre Chubby Checker y Chuck Mangione…? Para Sierra i Fabra no existió Chuck Berry. Pero no solo él, es que ni siquiera merecieron una mención a pie de página tampoco Jerry Lee Lewis, Carl Perkins, Sam Cooke, Al Green, Buddy Holly…!
Así que espero que me perdonéis si alguna vez cometo deslices llevado por los tics ancestrales que me impregnaron de pequeñito. Me temo que yo también me caí de lleno dentro de una marmita repleta de poción mágica. Pero demasiado adulterada.
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Miguel Ríos – “Por si necesitas”